Al igual que otras organizaciones del gran capital (Bill y Melinda
Gates, Rockefeller, Soros, USAID, etc.) quieren dos cosas: ampliar sus
negocios y buscar legitimidad entre las mayorías de las poblaciones
sometidas a sus intereses y extorsión. Pero además cumplen otra función:
la de penetrar a los movimientos sociales de resistencia, más o menos
anticapitalistas y alternativos, para tratar de moldearlos.
El 1º de mayo del presente año, el gobierno plurinacional de Bolivia expulsó de ese país a la Agencia Internacional para el Desarrollo de los Estados Unidos, USAID, que, según Rubén Ramos[i],
estaba “implicada en actos de corrupción de autoridades y dirigentes,
siguiendo su tenebrosa trayectoria de instrumento al servicio de la
sedición y el terror con el disfraz de la ´ayuda humanitaria´”. El
citado autor ampliaba la crítica a otras instituciones, recordando “la
acción nefasta que cumplen en nuestros pueblos no sólo USAID,
sino toda la institucionalidad financiera y de cooperación técnica del
orden mundial capitalista, dependiente de la ONU, de la OEA, de la OCDE,
de la OEI. Así como también esas otras instituciones subsidiarias de USAID, del Banco Mundial (BM) y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)…”.
De esta “instituciones subsidiarias” destacan dos por su presencia en el
continente y por sus especiales características: son las denominadas AVINA y Ashoka.
De sus buenas relaciones con la USAID
dan buena muestra, por ejemplo, el proyecto de “investigación de un
modelo innovador para la formación de docentes rurales” (2007-2010),
llevado acabo por el Movimiento de Educación Popular Fe y Alegría[ii], y financiado conjuntamente por AVINA y la USAID; o las frecuentes reuniones para proyectos comunes[iii]. Igualmente, el coordinador de la ONG Chenomics ha pasado por AVINA.
¿Quién es esta entidad? Es otra de las “contratistas” de la USAID; es
una ONG estadounidense especializada en asistencia técnica y social a
los estados del mundo “Entonces, entre los programas sociales y las
asistencias militares está el espacio, generalmente invisible, para el
posicionamiento discursivo de ideas anti-revolucionarias y para la
puesta en marcha de mecanismos de recolección primaria de información
con fines de inteligencia. Ambas se llevan adelante por USAID desde su
fundación”, según el análisis de Hugo Moldiz de Telesur[iv].
AVINA y Ashoka son el nombre de dos fundaciones
ligadas al gran capital, al amianto y a los transgénicos. La
vinculación original de AVINA al negocio del amianto/asbesto (el más
criminal de la historia industrial el siglo XX) hace que el polvo mortal
del amianto lo siga por donde quiera que vayan. De ahí su carácter
“pulvígeno”. Se consideran juntas porque tienen entre ellas acuerdos
fuertes de colaboración, financiación e intercambio de socios y colaboradores.
Al igual que otras organizaciones del gran capital (Bill y Melinda
Gates, Rockefeller, Soros, USAID, etc.) quieren dos cosas: ampliar sus
negocios y buscar legitimidad entre las mayorías de las poblaciones
sometidas a sus intereses y extorsión.
Pero además cumplen otra función: la de penetrar a los movimientos sociales
de resistencia, más o menos anticapitalistas y alternativos, para
tratar de moldearlos. Como dice Pedro Prieto de ASPO: “el capital trata
de apropiarse de los movimientos ecologistas razonables, para
reconvertirlos en domesticados capitalismos verdes o formas de negocio
con el agotamiento del planeta”. Estas dos fundaciones
son las más especializadas y relevantes en esta última tarea. De ahí la
importancia de seguirles los pasos y no dejarles continuar su extensión
impunemente.
Se han centrado en España y Latinoamérica y, en cerca de quince años que
llevan presentes en el estado español, han logrado infiltrase de una u
otra manera en muchos de los movimientos sociales aludidos (hemos podido contabilizar hasta 16 organizaciones).
AVINA la fundó el magnate suizo Stephan Schmidheiny, que fue director de
Nestlé, y que amasó su fortuna (junto a su familia) con la vida de
muchos de sus trabajadores y familiares por la exposición al amianto
(uralita como se le conoce por aquí), y por ello está condenado a 16 de
cárcel por los 2.000 muertos que se le han achacado de sus fábricas en
Italia (tenían otras en decenas de países). Era la multinacional Eternit
que estuvo operando todo el siglo XX. Con esos fondos ensangrentados
financian a sus socios y colaboradores. Uno de sus socios relevantes es
Gustavo Grobocopatel, rey de la soja transgénica en Argentina.
Ashoka,
de origen más disperso, tiene como firme aliado a la gran banca J.P.
Morgan, controlada por la familia Rockefeller, que a su vez controla al
banco de Santander[v]
. En 2009 hizo un acuerdo de colaboración con la fundación Gates,
accionista de Monsanto, para actuar en el mundo rural africano, que
aunque “disfrazado de verde, se trata de un intento asesino de
introducir en este continente semillas comerciales (y posteriormente
transgénicas)”, según ha denunciado públicamente la Plataforma Rural, a
pesar de que uno de los presidentes de esta plataforma ha sido (y quizás
siga, porque ligan a sus financiados de por vida) miembro de Ashoka.
La manera de penetrar en los movimientos sociales
es dando dinero y asesoramiento Unas veces financiando encuentros,
viajes, conferencias, campañas, etc. y en otros casos pagando
directamente un sueldo durante tres años al menos, mes a mes, en torno a
1.500 €, al socio o emprendedor seleccionado. A cambio firman un
contrato vitalicio, según afirma públicamente Ashoka, por el que los
elegidos ceden los derechos de imagen de la persona cooptada y el grupo
que representa. O sea, aprovechan el prestigio del grupo para obtener
legitimidad y así hacer más digerible el trabajo mercantil de las
multinacionales. Es muy llamativo el descaro con que operan, fruto de la
hegemonía del neoliberalismo en el mundo. Dicen así, por boca de su
máxima dirigente en España: “Los emprendedores sociales trabajan con
esas poblaciones (los pobres) y su labor es acercar a la multinacional
hasta ellas, mientras salvaguardan los intereses de éstas”.
Como hemos dicho, en nuestro país, han penetrado en muchos movimientos
que cubren los temas de agua, banca ética, agroecología, las empresas
sociales, las ONGs ambientales, etc. Como no hay agresión sin respuesta,
la lucha mantenida en los últimos cinco años contra este fenómeno, ha
culminado en 2012[vi] con bastantes éxitos en España y en Latinoamérica, mostrándose un rechazo explícito y contundente a estas fundaciones.
En cuanto a la situación de los sectores que se pretenden de
agroecología, Ashoka y AVINA han estado muy presentes. Ya hemos hablado
de lo acontecido con la Plataforma Rural, pero hay que mencionar también
a la red Calea, a la organización CIFAES, y a la Universidad Rural
Paulo Freire. La primera la lidera una emprendedora Ashoka, Beatriz
Fadón, y opera en Extremadura. Allí ha entrado en contacto y
colaboración con distintos movimientos sociales alternativos durante los últimos años. En el caso de CIFAES, ésta ha obtenido financiación de AVINA para trabajar sobre semillas[vii], y ha dado su nombre a Ashoka a cambio de la financiación
facilitada a uno de sus miembros, seleccionado también como emprendedor
Ashoka; y lo mismo ha ocurrido con la Universidad Rural Paulo Freire,
que ha recibido financiación de AVINA y de Ashoka a cambio, también, de
su nombre, de legitimidad en suma.
Lo importante con estas personas y movimientos elegidos por Ashoka
(CIFAES y Universidad Rural Paulo Freire) es que no han hecho el menor
gesto de desvinculación, explicación y rechazo público alguno contra
estas fundaciones,
cuando durante el pasado año 2012 tuvieron muchas ocasiones de hacerlo.
Parece como si por contrato están imposibilitados de efectuar la menor
crítica y distanciamiento público. En una palabra, que la vinculación
vitalicia que proclaman los directivos de Ashoka tiene visos de ser muy
cierta.
En efecto, como decíamos, 2012 ha sido un año clave en la lucha contra
estas fundaciones del gran capital, y entre otras cosas porque se han
tomado iniciativas concretas contra ellas y contra el presunto genocida
Schmidheiny. Una importante ha sido protagonizada por Ecologistas en
Acción, que después de ciertas reticencias, ha reaccionado
favorablemente y ha promovido un manifiesto muy duro contra estas
fundaciones que, para sorpresa de todos, lo han firmado 217
organizaciones de 23 países, especialmente de España y Latinoamérica;
algunas de estas entidades, a su vez, eran coordinadoras de muchos otros
grupos (caso de Amigos de la Tierra de toda Latinoamérica o la RENACE,
coordinadora argentina de movimientos ecologistas). Igualmente, los
movimientos de víctimas del amianto (uralita en España) de todo el mundo
han realizado una campaña contra el magnate Schmidheiny, fundador de
AVINA, para declararlo persona non grata con vistas a la cumbre de
Río+20, en donde había tomado posiciones. Campaña también muy seguida. Y
otras más. Lo más grave en este asunto es que las organizaciones
cooptadas por Avina y Asoka ya mencionadas no han suscrito documento
alguno de rechazo a estas fundaciones (ni de motu proprio lo han hecho),
lo que muestra una vez más que los contratos con que se los vincula a
los emprendedores seleccionados son fuertes e impiden cualquier
disidencia o muestra pública de carácter crítico. Es más, los personajes
elegidos y favorecidos siempre hablan bien en público de estas
fundaciones, aunque profesen ideas alternativas. Otro caso llamativo ha
sido el de Greenpeace España, que después de expulsar a su Directora,
proveniente de MarViva-AVINA, no ha firmado ninguno de los manifiestos
contra las fundaciones, cosa que sí ha hecho su homóloga de Argentina.
A pesar de los éxitos de este pasado 2102, AVINA y Ashoka siguen
operando, es su naturaleza, y como el escorpión no pueden dejar de picar
a la rana que los transporta de una orilla a otra. Son el lobby oculto
que agujerea a los movimientos sociales como si fuesen un queso de
Gruyère. Por eso la actitud de estos movimientos, una vez advertidos, es
expulsar a estas fundaciones, lo que significa no tener ningún
contacto, ni financiación,
ni nada de nada, solo hacer la denuncia de sus verdaderos propósitos. Y
a los antiguos colegas (personas y grupos), y a las organizaciones
infiltrados por estas fundaciones hay que exigirles reparaciones y
desvinculaciones públicas, si aún no lo han hecho. Si no el polvo
acusador del amianto los acompañará por donde vayan. Estas fundaciones,
no lo olvidemos, son “entidades pulvígenas”.
Como dice el Grupo de Reflexión Rural argentino (GRR) “estas fundaciones
son el enemigo de la Madre Tierra y de las poblaciones oprimidas”, por
ello hay que rechazar los cantos de sirena que emiten con el gancho de
la economía social y verde y con el color del dinero.
Con Orwell sostenemos que: “en una época de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario”… Aunque caiga el mensajero en el intento.
EcoPortal.net
REFERENCIAS
[1] Ramos, R. (2013): “Esta es la USAID, qué les parece”, Rebelión , 3 de mayo de 2013: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=167600
[2]
[3]
[5] Puche, P. (2011): “Botín”, Rebelión, 12 de diciembre. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=141136
[6] Puche, P (2012): “Dos mil doce: un año clave en la lucha contra AVINA y Ashoka”, Rebelión, 27 de diciembre : http://www.rebelion.org/docs/161380.pdf
[7] Explicado en mi trabajo titulado: “ Semillas, multinacionales y Movimientos sociales” (Ecoportal., 14.9.11: http://www.ecoportal.net/Temas_Especiales/Biodiversidad/Semillas_multinacionales_y_movimientos_sociales ), por el cual las cúpulas del movimiento agroecológico lanzó contra mí el llamado “Manifiesto infinito”, que se puede consultar en Internet (http://elmanifiestoinfinito.wordpress.com/), y representa una reacción de las típicas denominadas de “matar al mensajero”.
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